-Carlise-
Lo detesto, lo odio mucho, bueno… no, no es que no quiera a
mi padre, es que verán, mi nombre es Carlise Vermont pero me dicen Carl.
¿El sentido de mi mal genio?
Mi padre es capitán de un crucero que viaja desde el Caribe,
muy lejos de mi país natal, como mi madre salió del país por razones de trabajo
he de quedarme con el por un tiempo pero es sumamente aburrido.
Solo hay personas adineradas con personalidades
despreciables, aunque yo tenga mucho en común con ellas, no puedo lograr
llevarme bien con ninguno, así que estoy en la cubierta, fumando un cigarrillo,
hasta lograr tener algo de sueño o en su defecto pescar un resfriado.
Este es el quinto cigarrillo de la noche –dije para mí
encendiendo otro, pero una melodía me saco de mis pensamientos-
Justo íbamos pasando por el muelle de Marbella, cuando vi
una silueta sentada cerca de una gran roca.
Era hermoso aquel sonido que salía de sus labios, se notaba
que era una silueta femenina, eran alrededor de las 3 de la mañana y no la veía
claramente, pero la luna creciente iluminaba pequeñas partes de su rostro, era pálido
y sin duda perfecto, no me resistí y la llame, ya que no estaba a gran
distancia de los pasajeros que bajaban en esa parada nocturna.
Oiga, señorita –grite
alterado y ella me miro desconcertada-
¿Yo? –Respondió con una voz muy serena-
¿Estás perdida? –le pregunte más calmado, ella solo asintió-
Acércate, te ayudare a subir –me había olvidado de que justo
en frente había una escalera de emergencia-
Ella pareció dudar
Te prometo que no habrá problemas
Una voz me saco de mis pensamientos
Carlise –La voz de mi padre que entraba rápidamente a
cubierta me desconcertó- ¿No has visto por aquí a Andrea? La hija de Marco
Wordeck, se perdió hace una hora.
Lamento meterme así en la conversación, pero Andrea estaba
sentada en la sala de espera de la primera clase hace unos 15 minutos –Una voz
femenina me saco de mis pensamientos de donde estaba la pequeña niña-
Muchas gracias señorita Vougier –mi padre desapareció por la
puerta de emergencia-
Me di vuelta para ver a la mujer que había ayudado a mi
padre y su desesperación y me sorprendí
de ver que era la chica que había visto en el muelle
Pensé que estabas perdida –le dije-
Tengo pequeñas lagunas mentales, me baje del barco pensando
que había llegado a mi destino y me vi en Marbella, por eso me sentí perdida,
lamento haberte preocupado –se disculpo con mucha sutileza-
No te preocupes. –por fin veía su rostro, era hermosa, de
ojos cafés y labios rojos, con un lunar sobre ellos del lado izquierdo y el
cabello castaño bastante profundo recogido en una coleta como lo solían llevar
todas las mujeres elegantes que viajaban en primera clase-
¿Cuál es tu nombre? –Me pregunto-
Carlise Vermont, ¿Y el suyo? –Pregunte igual-
Ella camino hasta una banca, llevaba un vestido largo y
estilizado de un color dorado, me observo con sus ojos cafés perfectamente
maquillados y me dijo con la sensualidad digna de una dama
Dianella Vougier
Vougier –dije- me suena conocido
Suizo –dijo inmediatamente después de sentarse en una de las
bancas- lo ha escuchado por Nicola Vougier, mi padre
¿El traficante? –Respondí con sorpresa-
Él prefiere que lo llamen… Comerciante
¿Qué haces aquí Dianella, lejos de tu padre?
Pues, viajo a Polonia, allí firmare con un conocido
empresario.
Supuse que no quería dar más detalles y no le insistí.
Dianella –me posicione en la baranda frente a ella- Estas
horas de la madrugada son altamente frías, y usted anda bastante desabrigada en
los hombros. ¿No debería estar descansando ya?
No me parece –soltó una risita- No suelo dormir a estas
horas si a eso se refiere, soy una mujer adicta a la noche
Interesante –encendí un cigarrillo-
¿Usted no debería estar con su padre, el capitán?
El mando de un crucero… simplemente no es lo mío –solté una bochada
de humo-
¿A qué se dedica entonces? –dijo mientras se levantaba-
Soy un aficionado a la fotografía –me fije en su silueta
llena de curvas, era una mujer hermosa-
A mi hermano… Brian, también le apasionan las artes, solo
que más hacia la pintura –camino hacia la baranda-
¿Y usted a que se dedica? –pregunte-
Yo soy una sucesora de mi padre, me dedico a los negocios –me
miro con tranquilidad y cinismo-
Conozco bien los negocios de su padre –mi mirada estaba
llena de terror, la cantidad de locuras que había hecho Nicola eran
impresionantes-
Su risa fue evidente, bastante evidente
Si, el ha sido una persona muy peculiar en sus negocios –sonrió
para ella misma-
No he dejado de fijarme… Dianella, que es usted bastante,
misteriosa -sostuve una mirada
directamente a sus ojos por varios segundos, ella arqueo una ceja-
Si Carlise, ya lo había escuchado antes –sonrió con picardía-
Parece que escondes algo –la mire con bastante interrogancia-
Todos escondemos secretos –Un gesto con la ceja me helo la
sangre-
¿Qué secretos? –Mi duda creció-
Volvió a reír
Secretos Carl, secretos
La tome de la cintura y la mire fijamente, ella se sorprendió
e intento zafarse
No te soltare, hasta que me digas que te hace tan misteriosa
Su mirada cambio, a una de enojo
Bien, sígueme
¿Qué te siga?
Si.
¿A dónde? No hay a donde ir.
Eso es lo que crees
Se posiciono en la baranda y me miro de reojo antes de
saltar…
Espera…
¡SALTO!
¿Pero qué clase de drogas consumía?
¿Qué clase de humano se lanza al mar a las cuatro de la
mañana?
Pero ella pretendía que la siguiera, así que lo hice, y la
vi, vi su cabellera moverse con el agua, su silueta curvilínea adaptarse a un
par de aletas doradas, y sus ojos cafés mirarme sin ningún pudor, ese era el
secreto que hacia tan misteriosos a todos los Vougier, en el fondo… No, no puedo
mentir, no lo sospechaba.
De un momento a otro me vi sin respiración, y sin Dianella.
No podía salir del agua, no podía nadar, ni mucho menos
gritar.
Sentí el agua invadir y quemar mis pulmones, de todas
formas, yo era solo un débil humano comparado con ella, donde quiera que
estuviera en ese momento.
Mis ojos se cerraron, no sin antes ver por última vez el
reflejo de sus ojos cafés.
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