Me arrepiento de tantas cosas, mi amada Alice.
Me arrepiento de no haberte besado bajo aquella luz de luna
el día de tu cumpleaños.
Me arrepiento de no haberme dado cuenta de que con cada
intento de hacerme el orgulloso te lastimaba más.
Me arrepiento de no haberte dado consuelo y en vez de eso
darte la espalda cuando tanto me necesitabas.
Pero de lo que más me arrepiento, amada Alice, es de no
haberte dicho que te amaba esas tarde-noche del 18 de Abril, en el que me despedí
fríamente de ti, haciéndome como siempre, el orgulloso, dejándote con las
lagrimas cubriendo tus ojos grises llenos de tristeza.
Y ahora, vuelvo a verte después de 7 meses, este 18 de
Noviembre, lluvioso, vistiendo de traje negro y mi paraguas a juego en la mano,
nadie me ve llorar, ya que la lluvia cubre mis lagrimas, desde la distancia
sollozo, de solo ver el ataúd, el ataúd que cerrara, a metros bajo tierra, tu
frio y delicado cuerpo sin vida, una vez más, me arrepiento de no haberte dicho
todo lo que sentía, y sigo sintiendo por ti, después de tanto tiempo.
Veo a tu hermano llorar, a Marie, se que nunca la quisiste
como una hermana, porque nunca lo fue, y sé que ella siempre te vio como a una
completa extraña, pero aun así, la veo llorar, y veo lagrimas sinceras, veo a
tu madre y a tu padre bajo un mismo paraguas, dándose consuelo uno a otro, después
de esta trágica pérdida.
Veo a tus amigos llorar y sollozar, a Audrey, a Chelsea, y a
Arthur, el tampoco te dijo nunca cuanto te amaba, el, a diferencia de todos, está
completamente destruido, sentado en el pasto mojado, la lluvia mojando su
pelirrojo cabello, y sus finas manos blancas cubriendo sus ojos azul cielo,
recuerdo la envidia que sentí por él en estos 7 meses, cuando lo veía abrazarte,
darte consejos, hablarte, pero no podía hacer nada, el era tu mejor amigo y tu
y yo… ya no éramos nada.
Yo solo quiero ver el momento en el que te levantes de ahí y
nos digas a todos que solo era una broma cruel, y que no habías sido atravesada
por una bala justo en el pecho, a las 16:45 del 17 de Noviembre, por el simple
hecho de no estar en el lugar correcto en el momento correcto.
Solo quiero que vuelvas caminando a mí, con tu fina
delicadeza que desde siempre tu madre te había inculcado, me abraces, me digas
cuanto me extrañaste, me beses, y yo pueda decirte al fin, cuanto te amo, y
luego nos reiremos, porque recordaremos nuestra época de colegio, aquella en la
que nos hacíamos bromas pesadas el uno al otro, y luego nos molestábamos, pero
yo siempre llegaba con un ramo de rosas blancas, porque eran tus favoritas,
siempre llegaba a pedirte disculpas, aunque no fuese mi culpa lo que había
pasado.
Todos esos hermosos momentos, petrificados en el tiempo,
eran solo recuerdos, que jamás volverían, ya no por mi orgullo, ahora, porque
ya no estabas, te escribí una carta, que debería dejar en este momento, antes
de que el sacerdote empiece con la misa y entierren tu ataúd bajo la tierra,
entonces ya será demasiado tarde para despedirme por última vez.
Camine en dirección a donde todos se encontraban, sentí unos
ojos azules mirarme con odio desde el suelo, me lo merecía, completamente, me había
comportado como un completo idiota en busca de atención, no pude evitar ver a
tu madre llorar al verme, supongo que le habrás contado sobre nuestra estúpida separación.
Idiota –escuche susurrar a una rubia alta mientras abrazaba
a un pelirrojo en el suelo, no pude escuchar el resto de la conversación, pero sabía
perfectamente de que se trataba todo-
Cuando por fin llegue al ataúd, vi a tu hermano, delgado
como un alfiler, con ojos azules grisáceos y esa mirada cortante y profunda,
sus ojos perfectamente delineados y su cabello lacio rubio, no me vio, pero lo
escuchaba cantarte.
Un ángel caído,
perdido en esta oscura realidad, en este mundo de mentiras y soledad, perdida
en el foco, viviendo bajo la tormenta, no eras lo que querían que fueras, pero
como hacías bien tu papel de Alice, un papel que solo te quedaba a ti, ahora
huye mi ángel, hacia donde siempre has pertenecido.-A penas termino de
cantar levanto la mirada, el delineador corrido se mezclaba en sus blancas
mejillas con sus pocas pecas, a diferencia de ti, siempre tan pecosa, tan
hermosa de naturaleza, nunca necesitaste ni una gota de maquillaje para verte
hermosa.-
Alice –sentí la mirada fija, permanente, de los ojos verdes
de Chelsea, esperando a mis siguientes palabras, así que procure pronunciarlas
con total perfección.- sé que no lo merezco, pero quiero, no… quiero no, te
ruego, que me perdones, por ser tan idiota, por haber sido tan orgulloso, sé
que es demasiado tarde, y que todo ha sido mi culpa –las lagrimas humedecían mis
ojos, no me moleste en secarlas antes de que alguien se percatara, las deje
fluir.- Donde quieras que estés, mi pequeño ángel, quiero que sepas, que te
amo, siempre lo hice, desde el primer beso que te di, aquella tarde de verano,
mientras jugábamos a quien era más veloz huyendo de un vendedor enfadado, bajo
aquel gran árbol de manzanas, mientras no parabas de reír, desde ese momento,
mi vida cambio completamente, y ahora que no te tengo, que definitivamente no
te tengo, muero por dentro.
Levante mis manos, y coloque un gran ramo de rosas blancas
dentro del ataúd, tome las frágiles, frías, y blancas manos de lo que una vez
fue mi preciosa novia, y las puse en una posición en la cual pareciera estarlas
sosteniendo frente a su pecho, por un momento la vi apretarlas con fuerza, pero
sabía que no era real, que solo era mi imaginación jugándome una broma.
Te escribí una carta –dije mientras sacaba un arrugado papel
verde manzana de mi bolsillo, sabía que ese era su color favorito.- se que a dónde
vas no podrás leerlo, pero me gustaría que lo conservaras. –Justo en ese
instante sentí a alguien abrazarme, Chelsea se había levantado, lo había escuchado todo.-
Oh Gregor –me abrazo con fuerza.- Todos la extrañaremos,
pero estoy segura que ya tienes su perdón.
Gracias Chelsea –Y las lágrimas empezaron a salir con más
frecuencia.-
Me quede hasta que vi la tierra mojada cubrir por completo
el ataúd, hasta que ya no había nadie, hasta que acabo de sonar la última nota
de mi canción favorita, November Rain, me quede sentado en el pasto, bajo la
luz de la luna, llorando en silencio
Alice, te extrañare, perdóname mi amada, pero debo irme, vendré
a visitarte cuando pueda –Y una cálida brisa, cosa increíble, eran más de las
7pm y estaba helando, pero puedo jurar que fue una brisa cálida lo que me rozo
la mejilla, como si de un beso de un ángel se tratara.-
Así pasaron las semanas, luego los meses, hasta que pasaron
dos años, y yo volví, en la misma fecha, a visitar la tumba de quien una vez
fue mi princesa.
Alice, he vuelto, a decirte que aun no te olvido, que aun te
amo, y que espero el día en el que te vuelva a encontrar, en otra vida, te amo,
y nunca dejare de hacerlo, he ido a psicólogos, he salido con mis amigos, he
tratado de olvidarte, pero en cada rostro, en cada cuerpo, en cada cabellera,
solo te veo a ti, cada vez que veo a una chica a los ojos, solo veo tus ojos
grises mirándome con nostalgia –empecé a sollozar.- he querido acabar con mi vida, pero no lo
hago, porque sé que tu odiarías que lo hiciera, te extraño tanto, prometo mi
vida, que cuando estemos juntos, nunca más te dejare ir, mucho menos, por
orgullo, cuando llegue el momento de nuestro reencuentro, te amare, como nunca
lo hice, como nunca amare a nadie más.
Empecé a llorar, como hace dos años, con la única diferencia
de que hoy estaba soleado, y de nuevo, como hace dos años, sentí esa cálida
brisa, pero ya no era solo en mi mejilla, rodeaba todo mi cuerpo, como un
abrazo, sabía que ella estaba conmigo, supe en ese instante que nunca me había
dejado, y que como yo, ella me amaba, porque como yo, nadie nunca la había
amado, entonces deje de preguntarme donde estaba mi ángel, que desde pequeño había
pedido tantas veces, lo había encontrado, al fin había encontrado a mi ángel.