jueves, 17 de mayo de 2012

Where's My Angel


Me arrepiento de tantas cosas, mi amada Alice.
Me arrepiento de no haberte besado bajo aquella luz de luna el día de tu cumpleaños.
Me arrepiento de no haberme dado cuenta de que con cada intento de hacerme el orgulloso te lastimaba más.
Me arrepiento de no haberte dado consuelo y en vez de eso darte la espalda cuando tanto me necesitabas.
Pero de lo que más me arrepiento, amada Alice, es de no haberte dicho que te amaba esas tarde-noche del 18 de Abril, en el que me despedí fríamente de ti, haciéndome como siempre, el orgulloso, dejándote con las lagrimas cubriendo tus ojos grises llenos de tristeza.
Y ahora, vuelvo a verte después de 7 meses, este 18 de Noviembre, lluvioso, vistiendo de traje negro y mi paraguas a juego en la mano, nadie me ve llorar, ya que la lluvia cubre mis lagrimas, desde la distancia sollozo, de solo ver el ataúd, el ataúd que cerrara, a metros bajo tierra, tu frio y delicado cuerpo sin vida, una vez más, me arrepiento de no haberte dicho todo lo que sentía, y sigo sintiendo por ti, después de tanto tiempo.
Veo a tu hermano llorar, a Marie, se que nunca la quisiste como una hermana, porque nunca lo fue, y sé que ella siempre te vio como a una completa extraña, pero aun así, la veo llorar, y veo lagrimas sinceras, veo a tu madre y a tu padre bajo un mismo paraguas, dándose consuelo uno a otro, después de esta trágica pérdida.
Veo a tus amigos llorar y sollozar, a Audrey, a Chelsea, y a Arthur, el tampoco te dijo nunca cuanto te amaba, el, a diferencia de todos, está completamente destruido, sentado en el pasto mojado, la lluvia mojando su pelirrojo cabello, y sus finas manos blancas cubriendo sus ojos azul cielo, recuerdo la envidia que sentí por él en estos 7 meses, cuando lo veía abrazarte, darte consejos, hablarte, pero no podía hacer nada, el era tu mejor amigo y tu y yo… ya no éramos nada.
Yo solo quiero ver el momento en el que te levantes de ahí y nos digas a todos que solo era una broma cruel, y que no habías sido atravesada por una bala justo en el pecho, a las 16:45 del 17 de Noviembre, por el simple hecho de no estar en el lugar correcto en el momento correcto.
Solo quiero que vuelvas caminando a mí, con tu fina delicadeza que desde siempre tu madre te había inculcado, me abraces, me digas cuanto me extrañaste, me beses, y yo pueda decirte al fin, cuanto te amo, y luego nos reiremos, porque recordaremos nuestra época de colegio, aquella en la que nos hacíamos bromas pesadas el uno al otro, y luego nos molestábamos, pero yo siempre llegaba con un ramo de rosas blancas, porque eran tus favoritas, siempre llegaba a pedirte disculpas, aunque no fuese mi culpa lo que había pasado.
Todos esos hermosos momentos, petrificados en el tiempo, eran solo recuerdos, que jamás volverían, ya no por mi orgullo, ahora, porque ya no estabas, te escribí una carta, que debería dejar en este momento, antes de que el sacerdote empiece con la misa y entierren tu ataúd bajo la tierra, entonces ya será demasiado tarde para despedirme por última vez.
Camine en dirección a donde todos se encontraban, sentí unos ojos azules mirarme con odio desde el suelo, me lo merecía, completamente, me había comportado como un completo idiota en busca de atención, no pude evitar ver a tu madre llorar al verme, supongo que le habrás contado sobre nuestra estúpida separación.
Idiota –escuche susurrar a una rubia alta mientras abrazaba a un pelirrojo en el suelo, no pude escuchar el resto de la conversación, pero sabía perfectamente de que se trataba todo-
Cuando por fin llegue al ataúd, vi a tu hermano, delgado como un alfiler, con ojos azules grisáceos y esa mirada cortante y profunda, sus ojos perfectamente delineados y su cabello lacio rubio, no me vio, pero lo escuchaba cantarte.
Un ángel caído, perdido en esta oscura realidad, en este mundo de mentiras y soledad, perdida en el foco, viviendo bajo la tormenta, no eras lo que querían que fueras, pero como hacías bien tu papel de Alice, un papel que solo te quedaba a ti, ahora huye mi ángel, hacia donde siempre has pertenecido.-A penas termino de cantar levanto la mirada, el delineador corrido se mezclaba en sus blancas mejillas con sus pocas pecas, a diferencia de ti, siempre tan pecosa, tan hermosa de naturaleza, nunca necesitaste ni una gota de maquillaje para verte hermosa.-
Alice –sentí la mirada fija, permanente, de los ojos verdes de Chelsea, esperando a mis siguientes palabras, así que procure pronunciarlas con total perfección.- sé que no lo merezco, pero quiero, no… quiero no, te ruego, que me perdones, por ser tan idiota, por haber sido tan orgulloso, sé que es demasiado tarde, y que todo ha sido mi culpa –las lagrimas humedecían mis ojos, no me moleste en secarlas antes de que alguien se percatara, las deje fluir.- Donde quieras que estés, mi pequeño ángel, quiero que sepas, que te amo, siempre lo hice, desde el primer beso que te di, aquella tarde de verano, mientras jugábamos a quien era más veloz huyendo de un vendedor enfadado, bajo aquel gran árbol de manzanas, mientras no parabas de reír, desde ese momento, mi vida cambio completamente, y ahora que no te tengo, que definitivamente no te tengo, muero por dentro.
Levante mis manos, y coloque un gran ramo de rosas blancas dentro del ataúd, tome las frágiles, frías, y blancas manos de lo que una vez fue mi preciosa novia, y las puse en una posición en la cual pareciera estarlas sosteniendo frente a su pecho, por un momento la vi apretarlas con fuerza, pero sabía que no era real, que solo era mi imaginación jugándome una broma.
Te escribí una carta –dije mientras sacaba un arrugado papel verde manzana de mi bolsillo, sabía que ese era su color favorito.- se que a dónde vas no podrás leerlo, pero me gustaría que lo conservaras. –Justo en ese instante sentí a alguien abrazarme, Chelsea se había levantado, lo  había escuchado todo.-
Oh Gregor –me abrazo con fuerza.- Todos la extrañaremos, pero estoy segura que ya tienes su perdón.
Gracias Chelsea –Y las lágrimas empezaron a salir con más frecuencia.-
Me quede hasta que vi la tierra mojada cubrir por completo el ataúd, hasta que ya no había nadie, hasta que acabo de sonar la última nota de mi canción favorita, November Rain, me quede sentado en el pasto, bajo la luz de la luna, llorando en silencio
Alice, te extrañare, perdóname mi amada, pero debo irme, vendré a visitarte cuando pueda –Y una cálida brisa, cosa increíble, eran más de las 7pm y estaba helando, pero puedo jurar que fue una brisa cálida lo que me rozo la mejilla, como si de un beso de un ángel se tratara.-
Así pasaron las semanas, luego los meses, hasta que pasaron dos años, y yo volví, en la misma fecha, a visitar la tumba de quien una vez fue mi princesa.
Alice, he vuelto, a decirte que aun no te olvido, que aun te amo, y que espero el día en el que te vuelva a encontrar, en otra vida, te amo, y nunca dejare de hacerlo, he ido a psicólogos, he salido con mis amigos, he tratado de olvidarte, pero en cada rostro, en cada cuerpo, en cada cabellera, solo te veo a ti, cada vez que veo a una chica a los ojos, solo veo tus ojos grises mirándome con nostalgia –empecé a sollozar.-  he querido acabar con mi vida, pero no lo hago, porque sé que tu odiarías que lo hiciera, te extraño tanto, prometo mi vida, que cuando estemos juntos, nunca más te dejare ir, mucho menos, por orgullo, cuando llegue el momento de nuestro reencuentro, te amare, como nunca lo hice, como nunca amare a nadie más.
Empecé a llorar, como hace dos años, con la única diferencia de que hoy estaba soleado, y de nuevo, como hace dos años, sentí esa cálida brisa, pero ya no era solo en mi mejilla, rodeaba todo mi cuerpo, como un abrazo, sabía que ella estaba conmigo, supe en ese instante que nunca me había dejado, y que como yo, ella me amaba, porque como yo, nadie nunca la había amado, entonces deje de preguntarme donde estaba mi ángel, que desde pequeño había pedido tantas veces, lo había encontrado, al fin había encontrado a mi ángel.